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Todo el pueblo estaba de pie. Los sacerdotes estaban en sus lugares y tocaban las trompetas; los levitas tocaban los instrumentos musicales que David había fabricado para dar gracias a Dios, y cantaban el canto que dice: «Dios nunca deja de amarnos».

Salomón dedicó a Dios el centro del patio que está frente al templo, porque allí ofreció los sacrificios para pedir el perdón de Dios. No los pudo presentar en el altar de bronce que había mandado hacer, pues no cabían allí.

8-9 En esa ocasión, Salomón celebró delante de Dios la fiesta de las enramadas, y una gran cantidad de israelitas de todas partes del país asistió a la fiesta. En total la celebración duró catorce días; siete para la dedicación del altar, y siete para la fiesta de las enramadas. Al final celebraron un culto especial de adoración.

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